lo mires por donde lo mires

En estos momentos de indignación ante el terror de los asesinatos en París, es necesario más que nunca no caer en la trampa de la generalización y por eso traigo esta imagen tomada en el año 1991 en la Operación de ayuda al Kurdistán,  en la que un paracaidista español de la Bandera Roger de Flor y un paisano kurdo se regalan una sonrisa mientras se saludan estrechando  sus manos.

lo mires por donde lo mires

camaradas de peine

 

Se dice así de los compañeros de fechorías, aunque la expresión ya está en desuso tiene su origen en el siglo XVIII, «Cuando Fernando VI ordenó que el ejército español llevara el pelo con cuatro órdenes de bucles, coleta y polvos, se llamó ‘camaradas de peine’ a los soldados que ayudaban a peinar a sus compañeros, ya que a  los soldados les era imposible manejar por si solos los canutos de hojalata de que se servían para formar los bucles, y porque se exponían a ensuciarse el vestuario con el sebo y la harina que tenían que manejar… Hoy se aplica aquel nombre a las personas que andan muy unidas, y especialmente a las que se conciertan para algún fin particular, no siempre bueno», según relata  José María Sbarbi y Osuna, sacerdote gaditano, filólogo y musicólogo en su obra Florilegio o ramillete alfabético de refranes y modismos comparativos y ponderativos de la lengua castellana (1873).

THRegimientos-suizos

Los soldados se organizaban por parejas, ayudándose mutuamente a peinarse. Cada soldado tenía en otro a su camarada de peine. Y esta idea de la organización por parejas viene de antiguo en los ejércitos, basta con recordar a Aquiles y Patroclo o a Alejandro Magno y Hefestión,  pero aunque en la actualidad se quiere resaltar la connotación de homosexualidad en esas parejas de guerreros – estamos en el otro lado del péndulo con la  exaltación del antiguo vicio nefando –  lo más importante es el concepto de compañerismo y camaradería que adquiere su máximo valor en los ejércitos  al tener que compartir la dureza de la vida militar en guarnición y pasar juntos las penalidades  del combate, sin menospreciar, por supuesto, el compañerismo que pueda existir en otras profesiones o vicisitudes del trabajo o  de la vida.

Y viene a cuento lo de las parejas o compañeros de fechorías  para recordar, en el campo de la política,   la ruptura Gonzalez-Guerra  no hace muchos años, o  en los momentos actuales a los que tienen que pedir perdón por los compañeros en que depositaron su confianza como el caso Aguirre-Granados, a otros que han roto las hostilidades como la pareja Mas-D.Lleida (claro que éste no necesitaba peine) y a algunos otros  que ya están empezando a mirarse de reojo como es el caso Iglesias-Echenique (aquí también hay una desproporción entre los bucles, la coleta y los polvos de ambos).  Sigue leyendo

merçi  pour ce moment

merci

Se trata del libro que escribe la periodista Valérie Trierweiler  contra el presidente de la república francesa François Hollande, y digo contra porque a todas luces parece el libro-venganza de una amante despechada, aunque ella lo define como una necesidad de decir la verdad sobre lo ocurrido en su relación sentimental.

Me han regalado este libro de forma inesperada  y para ser consecuente con lo de los regalos, me he puesto a  leerlo enseguida, con el aliciente añadido de recordar el francés que estudiamos durante todo el bachillerato la mayoría de las personas de mi generación; es bastante fácil de comprender, confieso que he tenido que echar mano, pocas veces, de un pequeño diccionario que aún conservo para encontrar algún significado, pero la mayoría del texto se entiende bien.

En un principio parece una comedia de enredo al uso  aunque al ir avanzando aparecen algunos elementos dignos de mención.  El que a hierro mata a hierro muere, es la predisposición con  la que cualquiera  de nosotros nos disponemos a  entrar en esta historia y ella misma, la autora, lo confiesa  aludiendo a Segoléne Royal, la anterior pareja del presidente  y compañera en la política del PSF.

Otro elemento importante es que  no conocemos la versión de la historia que podría aportar el enjuiciado;  como tantas de  estas biografías no autorizadas que devoramos con auténtica morbosidad en todos sus detalles y nos llevan de la mano hacia una sentencia final determinante, faltan elementos de juicio que explicarían en parte, a lo mejor,  algunos de los detalles más escabrosos, o nos sorprenderían si conociéramos algunas de las circunstancias  en que se producen los hechos relatados que podrían atemperar la posible responsabilidad de la otra parte.

Se dice, aunque nadie lo puede demostrar, que en la Presidencia de la República, entre los atributos del cargo, existe un pequeño libro que se entregan los Presidentes en mano cuando se suceden  en el  puesto de mando, como hacen aquí los marinos al relevarse como comandante del buque escuela Juan Sebastián Elcano que se entregan el cuaderno de bitácora que sólo ellos leen y en el que solo ellos escriben. Sigue leyendo